sábado, 31 de marzo de 2012

1-Día del Veterano de la Guerra de Malvinas.--- 2- REFLEXIONES EN EL TRIGESIMO ANIVERSARIO DE LA RECUPERACIÓN DE MALVINAS




PUBLICACIONES-




1-EL 02 DE ABRIL—

Día del Veterano de la Guerra de Malvinas.

Rendimos un Homenaje a todos Héroes  Veteranos de la Guerra de Malvinas.
A los que regaron con su sangre ese pedazo de la patria y cuyos restos mortales yacen allí.
 A los que sufrieron heridas, a los que regresaron con secuelas físicas o psicológicas y a los que volvieron ilesos.
Para todos ellos, nuestro reconocimiento como héroes de la patria.

Invitamos a todos Argentinos, a engalanar los frentes de los domicilios con la Bandera Nacional.

Movimiento Acción Restauradora.


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2- REFLEXIONES EN EL TRIGESIMO ANIVERSARIO DE LA RECUPERACIÓN DE MALVINAS

Por: Juan Carlos Neves ….Contralmirante Retirado


El conflicto por la recuperación de Malvinas se inició en 1833 cuando Gran Bretaña invadió las islas  y las ocupó  por la fuerza o sea que tiene una antigüedad de 179 años. En el año 1982 Argentina recuperó el archipiélago por medio de una operación militar, ante el evidente fracaso de la acción  diplomática por falta de interés británico en dar solución al conflicto por esa vía. Cabe mencionar que desde 1965 las Naciones Unidas por intermedio de la resolución 2065 había dispuesto que Argentina  y Gran Bretaña debían discutir sin demoras el tema de la soberanía.
Resulta de interés considerar no solo los aspectos militares de la cuestión sino también la importancia geopolítica y estratégica del conflicto como así también esbozar cuales serían las acciones presentes que podrían contribuir a la recuperación final de las islas.

Acciones militares.
La recuperación de las Malvinas fue lograda mediante una operación  anfibia clásica efectuada desde un Buque de Desembarco apoyado por un portaviones y buques de escolta. Quiero destacar que el buque de desembarco era una unidad de construcción nacional botada en el Astillero de Río Santiago. Esto no es un dato menor ya que desde que ese buque fue retirado del servicio activo, la Argentina no consiguió reemplazarlo. Me consta que en diversas oportunidades se intentó obtener una unidad de desembarco a través de un leasing u operación similar de la Armada de los  Estados Unidos infructuosamente, lo cual en mi opinión, con fundadas evidencias,  fue consecuencia de la influencia británica. Esta circunstancia, más el hecho que los buques de la Armada de origen estadounidense fueron a la guerra luego de seis años de sufrir  el bloqueo de repuestos por aplicación de la enmienda Humphrey-Kennedy al gobierno militar y que los países europeos nos negaron el aprovisionamiento por decisión adoptada en la NATO, evidencia la importancia estratégica de disponer de una industria nacional de producción para la defensa.

En la etapa previa al desembarco británico se desarrollaron acciones aéreas y navales que resultaron motivo de estudio en todas las escuelas y foros especializados. Siguiendo la doctrina del Almirante Alfred Mahan la flotas argentina y británica buscaron el combate decisivo para obtener lo que el teórico norteamericano llamaba el “control del mar” mediante la destrucción de los buques enemigos. El primero de mayo y por única vez, la flota británica se puso al alcance de los aviones de despegue convencional argentinos embarcados en el Portaaviones ARA 25 de Mayo que no pudieron ser lanzados por problemas meteorológicos y técnicos (falta de viento y de velocidad del portaaviones para que las aeronaves pudieran decolar con su armamento completo). Luego de ese día sucedieron dos eventos tácticos que tuvieron influencia estratégica. Uno fue el hundimiento del Crucero Belgrano por acción de torpedos lanzados por un submarino nuclear británico desde distancias superiores al alcance de detección de los sonares de los buques de escolta que protegían al crucero. Este hecho se sumó a la convicción de que Estados Unidos había comenzado a brindar información satelital que permitía a los británicos detectar las posiciones de las unidades argentinas  y a la amenaza de un segundo frente materializado por Chile. Esto influyó para que la flota argentina adoptara la estrategia de “flota en potencia” (fleet in being), que recomendaba el estratega francés Julian Corbett, para que una flota más débil mantuviera su amenaza durante todo un conflicto, evitando que su temprana destrucción dejara al enemigo el control sin oposición de las líneas de comunicaciones marítimas.
El otro hecho significativo fue el hundimiento del destructor británico Sheffield por medio de un misil aire mar Exocet lanzado desde un avión Super Etendart de la Armada Argentina. Este hecho mostró  a la flota británica que podía ser alcanzada y dañada, lo que ponía en riesgo toda la operación si el buque averiado o hundido fuera uno de sus portaaviones. Debido a ello, la flota británica se retiró a una posición al Este de las islas fuera del alcance de las aeronaves basadas en tierra argentina y a partir del allí el control de las líneas de comunicaciones marítimas fue disputado. Una de las flotas permanecía desplegada en el litoral bloqueada por submarinos nucleares y la otra se mantenía alejada amenazada por las incursiones aéreas. Fue la primera vez en la historia naval que la tecnología nuclear y misilística entraron en batalla y marcaron las pautas del enfrentamiento.
La última fase del conflicto se desarrolló en las islas a partir del desembarco británico. En esa etapa fue decisiva la movilidad de las fuerzas terrestres británicas (consideradas en el primer nivel de los países europeos de la NATO) y el decidido apoyo logístico brindado por los Estados Unidos, capacidades que permitieron lograr la rendición de Puerto Argentino luego de más de setenta días de conflicto.

Hubo un hecho significativo y poco comentado que merece una especial consideración en esta fase. El 4 de Junio de 1982 el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas votó un cese de fuego para el conflicto de Malvinas que fue objeto del veto británico haciendo uso de la potestad de Gran Bretaña para ejercer el  derecho de veto en dicho Consejo. Si dicho cese de fuego se hubiera hecho efectivo, Argentina hubiera contraído obligaciones que le dificultarían a futuro mantener abierto el conflicto Malvinas pero Gran Bretaña, que se hubiera beneficiado grandemente, se hubiera visto privada de la victoria militar que alcanzó diez días después.  Sin embargo, según el derecho internacional, una rendición acordada entre autoridades militares no representa un compromiso para sus gobiernos. Por ello, la derrota militar en las islas sólo retrotrajo el conflicto a la situación previa a la recuperación argentina pero no modificó los objetivos políticos de las partes de un modo que pudiera asegurar que no habrá una futura reanudación del conflicto. La fase posterior a las acciones bélicas que los teóricos denominan “war termination”, en que el conflicto se resuelve definitivamente a partir de la decisión formal y documentada de los Estados, nunca tuvo lugar y hubiera sido esencial para evitar el desgaste de una situación de fricción permanente.

A pesar de que Argentina aceptó el concepto del “paraguas” que permitió reanudar las relaciones con Gran Bretaña y de la firma de la  “Declaración conjunta de las delegaciones de la Argentina y el Reino Unido” de 1990 por la que se establecen medidas de confianza mutua consistentes en la notificación previa de desplazamientos de fuerzas navales  y aéreas lo cierto es que la situación de conflicto abierto generó  la creación de la Fortaleza Malvinas por parte de Gran Bretaña con los ingentes gastos que ella provoca.
El aeropuerto de Mount Pleasant es el centro de una base militar que alberga a alrededor de 1500 personas entre personal militar permanente (app. 500) y rotativo (app. 1000). Se mantienen allí en forma permanente cuatro aeronaves Typhoon, helicópteros, un destructor de estación (actualmente el moderno “Dauntless”), patrulleros de mar, artillería, misiles Rapier y todos los elementos logísticos de sostén. Además se entrena regularmente a una fuerza de defensa local y se adiestra al personal militar. Según cifras del Ministerio de Defensa Británico para 1992, diez años después de la finalización de las acciones militares, el gasto de defensa de las islas ya ascendía a 6000 millones de dólares incluyendo la construcción del Mount Pleasant y un costo de defensa de 52.000 dólares por habitante.
Por mucho que el poder militar argentino se haya deteriorado y que el gobierno nacional manifieste unilateralmente que sólo contempla acciones diplomáticas para la recuperación de Malvinas, el gobierno británico no puede dejar de mantener la estructura de defensa de las islas en tanto Argentina no renuncie explícitamente a sus reclamos de soberanía.

Aspectos geopolíticos
La decisión  Argentina de enfrentar militarmente a Gran Bretaña representó un hecho histórico con profundas  y variadas connotaciones.
Un militar  brasileño me expresó un día, en confianza,  la preocupación que había causado en su entorno la guerra de Malvinas en los siguientes términos: “Si Argentina fue capaz de enfrentar a la tercera potencia del mundo apoyada por la primera, durante más de 70 días y causarle los daños que le infligió en término de derribos y hundimientos, nos atemoriza pensar lo que podría hacer en una confrontación con Brasil, sobre todo teniendo en cuenta que los argentinos son suficientemente “malucos” (locos) como para ir a la guerra sin medir las consecuencias”. Esa frase me recordó que un elemento esencial en la teoría de la disuasión, además de la capacidad militar, es la percepción de que un país es capaz de usarla llegado el caso. Desde ese punto de vista la guerra de Malvinas dio una credibilidad al aparato de defensa argentino, entre los profesionales del ámbito regional, que no es percibido fronteras adentro. Hoy, con el debilitamiento manifiesto de nuestro sistema de defensa, esa credibilidad es quizás nuestro único elemento con fuerza disuasoria ante actores regionales que nos han superado ampliamente en términos de capacidades.
Otro factor importante en términos geopolíticos fue la definición que Malvinas forzó en el sistema de lealtades e intereses en América. Los Estados Unidos se vieron enfrentados a la decisión de apoyar a su aliado más firme en la NATO, crucial en el escenario de la guerra fría,  o ser fiel a su condición de país americano y a su tradición de no permitir la acción militar de naciones extra continentales en su zona de influencia. Aunque su decisión de apoyar a Gran Bretaña  fue previsible, no por ello dejó de tener consecuencias tales  como firmar el certificado de defunción de Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) y demostrar en forma práctica que los países latinoamericanos no podían confiar su defensa en su aliado del Norte.
Malvinas también alteró el sistema de alianzas implícitas y los tradicionales sentimientos de confianza y desconfianza existentes entre los actores nacionales sudamericanos. El caso más influyente fue el de la relación entre Argentina y Brasil. Existía entre sectores de las fuerzas armadas argentinas la sospecha de que la tradición imperial brasileña y las viejas disputas entre ambos países sólo esperaban la oportunidad para traducirse en una agresión directa. Sin embargo cuando esa oportunidad surgió, Brasil procedió como un vecino confiable que no sólo honró su condición de país neutral sino que brindó la ayuda posible a nivel diplomático y aún logístico. Esa actitud  fue, en mi opinión, un factor fundamental para permitir el posterior tratado de integración entre Argentina  y Brasil que no hubiera sido posible en un clima de desconfianza o con la oposición de los sectores nacionalistas y geopolíticos.
Finalmente el conflicto de Malvinas, única guerra en el siglo XX en que  Argentina participó en defensa de intereses exclusivamente nacionales y  el único conflicto bélico que escapó a la lógica de la guerra fría luego de la Segunda Guerra Mundial, marcó el fin  del factor militar en la vida política argentina y evidenció los inconvenientes de que un único sector controlara el nivel de decisiones políticas y militares.
Sin duda, estas cuestiones y otras que escapan a este análisis marcan la importancia que tuvo el conflicto de Malvinas en términos geopolíticos y que hoy pueden percibirse luego de 30 años, a medida que nace un nuevo movimiento de unidad latinoamericana y que Argentina redescubre el valor de sus combatientes y la proeza épica que significó aquella guerra para un país políticamente aislado y militarmente mucho más débil que sus (dicho en plural) oponentes de entonces.

Estrategias de recuperación
Como en toda pérdida, luego de la guerra de Malvinas, Argentina vivió una etapa de negación, luego una de duelo y es nuestra misión que jamás se llegue a la etapa de resignación pues la causa no ha muerto sino que se ha sufrido la derrota en una batalla de un largo conflicto que comenzó en 1833 y que terminará cuando las Islas  Malvinas vuelvan a estar bajo la soberanía de sus legítimos  dueños.
En los años posteriores a la guerra, Argentina recompuso las relaciones con Gran Bretaña y ha limitado sus acciones reivindicatorias a los reclamos anuales ante el Comité de descolonización y declaraciones poco efectivas en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Año tras año surge la recomendación de esa organización para que las partes negocien la soberanía pero como esa recomendación no tiene fuerza dispositiva Gran Bretaña la ignora sin consecuencias. Veamos qué cosas podrían alterar esta rutina inconducente para los intereses nacionales.
En cualquier conflicto se parte de un “status quo” o sea de un estado de cosas determinado que favorece a una de las partes y mantiene disconforme a la otra porque si no fuera así, no habría conflicto. En el caso de Malvinas es evidente que el estado de cosas actual favorece a Gran Bretaña que tiene la ocupación efectiva  y cuanto más pasiva sea la Argentina menos proclive será Gran Bretaña a negociar una modificación de la actual situación. El  único factor de debilidad que enfrentan los británicos es el costo de la guarnición que, como ya dijimos, no pueden dejar de sostener mientras el conflicto siga abierto.  En su favor tienen el firme  y decidido apoyo de los isleños (kelpers) que desean mantener su condición de británicos, la capacidad de auto sustentación que brindan las riquezas ictícolas de las islas  y la posibilidad de explotar yacimientos petrolíferos  en el área marítima. Está claro que Argentina es quien debe actuar para modificar el “status quo” y empujar a los británicos a la mesa de negociación atendiendo los intereses pero no los deseos de los kelpers ya que la decisión de fondo es una decisión que deben tomar dos Estados soberanos.

La conmemoración de los 30 años de la recuperación ha servido de incentivo para que el gobierno argentino renovara con distintas acciones el reclamo de soberanía. A las tradicionales declaraciones diplomáticas se ha sumado la interesante iniciativa de recabar la solidaridad  regional aprovechando la existencia  de nuevas organizaciones tales como la UNASUR y el MERCOSUR más comprometidas con los intereses regionales que la OEA misma. Las acciones concretas tales como la negativa a recibir buques con bandera de las islas, acordadas con distintas naciones sudamericanas, han tenido un efecto sensible para poner nuevamente el caso Malvinas en la agenda internacional. También se ha sumado la posibilidad de revisar la autorización de permitir la escala en Río Gallegos a los vuelos que van desde Chile a las Malvinas y las denuncias  en distintos foros de la presencia de los medios militares británicos en el Atlántico Sur. Sin embargo, hasta el presente todo ello no parece suficiente para que Gran Bretaña considere siquiera examinar su cerrada negativa a sentarse en una mesa de negociaciones conforme lo ha recomendado reiteradamente la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Más allá del consenso existente en que la recuperación de las Malvinas, en esta nueva etapa, debe encarase esencialmente por la vía diplomática, la maniobra estratégica debería contemplar toda la gama de acciones capaces de contribuir al logro del objetivo. Hace un tiempo  se le preguntó a un funcionario estadounidense si su país contemplaba entre sus opciones el uso de la fuerza para resolver el conflicto desatado por el presunto desarrollo de armas nucleares por parte de Irán y contestó: nuestro país no descarta ninguna opción cuando se trata de defender sus intereses.  Sólida respuesta. Argentina debe trabajar para recuperar las islas a través de la negociación pero no debe permitir que Gran Bretaña descarte ninguna opción por parte nuestra. Su costo en defensa debe mantenerse alto y el alerta de sus hombres debe ser permanente. Están en un territorio ajeno y sostenido por el uso de la fuerza y deben ser siempre conscientes de ello. El sistema de defensa argentino debería incorporar a la brevedad por adquisición o construcción elementos de proyección de poder naval, concretamente un buque de desembarco,  contemplar la recuperación de su capacidad de contar con un buque con capacidad de portar aeronaves de ala fija, reconstituir su menguado poder aéreo y revisar los acuerdos que nos inhiben de desarrollar misiles de largo alcance. Estas capacidades contribuirían también a recuperar un perdido equilibrio en el orden regional y a poder operar en forma eficaz con las marinas amigas del continente.
Los acuerdos de pesca deben tender a dificultar la explotación pesquera por parte de los isleños y Argentina debería endurecer su postura con respecto a los vuelos a las islas que no salgan de nuestro territorio. La política de buenos amigos que protagonizó el Canciller Di Tella probó su fracaso ya que nada hay más favorable a quien tiene un “status quo” que lo favorece, que hacerle la vida sencilla y disminuirle los costos. Por ello son importantes las acciones  tendientes a sancionar a las empresas que exploren o exploten recursos petrolíferos en áreas marítimas que al presente son litigiosas y la revisión total o parcial de los tratados que permitieron a Gran Bretaña reforzar sus posiciones en las islas y normalizar sus relaciones con la Argentina como si el conflicto no existiera, sin contrapartidas o concesiones efectivas hacia nuestro país. Toda la relación con Gran Bretaña debería estar condicionada al problema Malvinas porque no se puede ignorar ni aceptar pasivamente un caso flagrante de usurpación territorial y de rechazo sistemático a las recomendaciones de Naciones Unidas.

En este clima, el segundo elemento importante es plantearnos qué vamos a hacer con y en las Islas Malvinas cuando las recuperemos. Hay que decidir qué política migratoria estableceremos en ese frágil entorno ecológico, qué inversiones haremos o permitiremos, qué medios navales y aéreos destacaremos a las instalaciones militares que nos quedarán en herencia, etc, etc. De hecho nadie creerá que nuestras intenciones de recuperación son serias si no sabemos decir para qué queremos estar allí, independientemente de nuestro inalienable derecho a estar. Si tenemos un plan sólido para el desarrollo y el futuro de las islas, podremos plantear más fácilmente las bases de una negociación.
En mi opinión Argentina debería  presentar en el ámbito de los organismos internacionales un documento unilateral con las “Bases de negociación para la restauración de la soberanía argentina en las Islas Malvinas” de modo de lograr el consenso internacional para que Gran Bretaña se vea forzada a negociar o expresar un rechazo formal que la saque de la magnífica indiferencia con que recibe las actuales recomendaciones genéricas a tratar el tema de la soberanía.
Es evidente que además del incentivo negativo que significaría el endurecimiento de las relaciones con Argentina debería haber incentivos positivos para alentar la negociación. Algunos de los puntos en ese sentido podrían ser:
-Malvinas podría ser una provincia no dependiente de Tierra del Fuego, elegir sus autoridades localmente y designar sus tres senadores lo que le daría peso político.
-Se establecería la educación bilingüe, un adecuado período de adaptación para el cambio de mano de circulación y el respeto a la forma de vida local.
-Se contemplaría compensar económicamente a Gran Bretaña por las instalaciones militares  que se recibirían con la posesión de las islas.
-Se contemplaría firmar acuerdos para dar prioridad a empresas británicas en la explotación  conjunta de los recursos petrolíferos y pesqueros.
-Se contemplaría fijar una compensación para los “kelpers” que desearan abandonar las islas antes del traspaso de la soberanía. Como ejemplo nótese que, dado que los habitantes de las islas no superan las 3000 personas una compensación por dejar sus domicilios y su tierra natal de un millón de dólares a cada uno no superaría los 3000 millones en total. Si se piensa que hace pocos años hemos pagado 10.000 millones de dólares con reservas al FMI la cifra no parece tan abultada en términos de lo que recuperaríamos.
- A los isleños que decidieran permanecer se contemplaría compensarlos con la mitad de lo sugerido para los que abandonen el territorio para cubrir los gastos e inconvenientes derivados del cambio de soberanía.
- Se establecería una política migratoria durante un período a fijar, para que los argentinos que quisieran residir en las islas lo hagan con trabajo asegurado o sean inversores dispuestos a radicar empresas bajo un plan gubernamental que contemple el respeto al medio ambiente y la cultura local.

A quienes les parezca cuestionable invertir dinero en la recuperación de lo que es nuestro, les recuerdo que los Estados Unidos le compraron a Méjico el territorio que le habían ganado en la guerra y que los mejicanos no tenían posibilidad de recuperar a fin de asegurar el “war termination” o sea cerrar definitivamente el conflicto.

El debate  puede ser muy amplio pero de lo que no caben dudas es que las estrategias para la recuperación de Malvinas exigen políticas proactivas. Quedarse en la queja permanente es inconducente y patético. Si fuimos capaces de ir a la guerra por recuperar un territorio no debemos dejar dormir nuestros derechos y para ello debemos despertar a nuestra diplomacia, desplegar nuestra imaginación y no olvidar también mostrar cada tanto que todavía nos quedan dientes para morder a quien ignore nuestra voluntad de acordar. Recuerden que todo conflicto debe ser solucionado antes que ignorado para evitar consecuencias dolorosas.

Acerca de la guerra y los que participamos en ella
La recuperación de la soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, es una política de Estado, lo que significa que constituye  un objetivo nacional permanente más allá de la ideología y la circunstancia de cada gobierno argentino.
La forma en que la búsqueda de ese objetivo es encarada responde al momento histórico y a la visión del gobierno de turno pero todos los caminos son valiosos si suman a la causa. Sin remontarnos demasiado en el tiempo apreciamos la importancia que tuvo lograr la resolución 2065 en las Naciones Unidas que nos permite reclamar la presencia británica en la mesa de negociaciones. La recuperación de las Islas en 1982 mediante el uso de la fuerza, justificada por la falta de voluntad británica para negociar y la expulsión del grupo de argentinos que trabajaba en las Georgias, puso al conflicto de Malvinas  en la agenda mundial y demostró que la voluntad argentina de obtener la soberanía de las islas iba más allá de un reclamo retórico. La re invasión británica no modificó ese concepto sino que permitió apreciar que la Argentina defendió lo que consideraba sus legítimos intereses hasta las últimas consecuencias. La política que implementó el Ministro de Relaciones Exteriores, Guido Di Tella, consistente en tratar de “seducir” a los “kelpers”, sirvió por el absurdo porque demostró la inutilidad de tratar de convencer con demostraciones de buena voluntad a los ocupantes ilegales de las Malvinas, quienes se limitan a recibir  lo que se les ofrece pero ni siquiera consideran la posibilidad de pasar a ser argentinos. Finalmente, los intentos actuales de transformar la recuperación de  las Malvinas en una causa regional también presentan aspectos favorables cuyo alcance se comprobará con el tiempo.

Lo que resulta impropio, es el rechazo y la descalificación de la “guerra de Malvinas” con que algunos sectores de la sociedad y el gobierno argentino pretenden diferenciar sus reclamos actuales con la acción desarrollada por el gobierno militar de entonces. Por una parte esto constituye un error político porque la continuidad jurídica de los estados hace responsable ante  cualquier reclamo o violación del derecho, a la Argentina como nación, antes que a los circunstanciales gobernantes que tomaron una decisión. Por otra parte, es anímicamente desolador hablar de héroes y muertos por la patria y agregarles que lo fueron en una guerra absurda, irreflexiva e innecesaria. Lo peor además es que no es cierto. La operación anfibia “Rosario” con que se concretó la recuperación incruenta de las Malvinas (excepto por la muerte de un héroe argentino) fue precisa, impecable  y profesionalmente brillante porque respondía a un estudiado planeamiento que siempre estuvo listo para el momento en que se requiriera su ejecución. Los militares profesionales y los ciudadanos alistados tuvieron en el transcurso de la guerra  los medios y la preparación esperable para una nación con escasos antecedentes bélicos  en lo que iba del siglo pero combatieron con vigor y convicción. En los casos en que los medios permitían el empeñamiento en condiciones apropiadas, como sucedió en las batallas aéreas y aeronavales, los desempeños fueron extraordinarios, lo que fue  reconocido internacionalmente. Finalmente a los que argumentan que no debería haberse iniciado una acción militar en condiciones desfavorables les cabe como respuesta que si solo se pelearan las guerras en que de antemano hay superioridad, seguramente aun seguiríamos siendo colonia, española o británica, ya que contra ambas potencias peleamos en condiciones desfavorables. Que no habríamos enfrentado a la flota anglo francesa en la batalla tan justamente ponderada  de la Vuelta de Obligado y que posiblemente el mundo se hubiera entegado ante el poder del nazismo. La historia muestra que las naciones pelean en defensa de sus intereses ideales y materiales, simplemente, cuando corresponde hacerlo.

Los que participamos de la “guerra de Malvinas” estamos orgullosos de haber combatido por ideales tales como la defensa de la patria y la soberanía nacional. Decir que los muertos lo fueron en vano, es un  sacrilegio y una falsedad. Cada uno de los compatriotas que quedaron sepultados  en Malvinas o en el fondo del Atlántico Sur es un héroe nacional que valoriza con su vida la causa por la que luchó y es un orgullo para sus familiares y para todos los argentinos que lloramos sus muertes pero que nos dignificamos con su ejemplo. Su sacrificio nos recuerda el valor de la espiritualidad por sobre el materialismo cotidiano y nos compromete con la recuperación de Malvinas  y con el amor a la patria. Los que tuvimos la suerte de sobrevivir y ser llamados con honor “veteranos de guerra”, tanto los militares profesionales como los soldados bajo bandera, deberían ser tratados con respeto y admiración porque son los que cuando la patria llamó supieron cumplir con su deber. Es importante tenerlo presente a los 30 años de una gesta gloriosa, que nadie tiene derecho a empañar.

                                                                                                                                                                  Buenos Aires, 29 de Marzo de 2012.-


Juan Carlos Neves
Contralmirante Retirado
Veterano de Guerra de Malvinas
Master en Relaciones Internacionales



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viernes, 30 de marzo de 2012

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2-UN LARGO PASO HACIA EL ESTADO COMUNISTA

Por: Cosme Beccar Varela

La demolición del país sigue adelante. Inexorablemente. Además de caerse a pedazos por deliberada desidia, abandono e inepcia en todos los ramos de la economía; además del caos social que dificulta hasta la locura el movimiento por las vías públicas y las relaciones laborales, existe un evidente plan de demolición elaborado por la secta marxista que gobierna (no la que se ve sino la que está detrás y a la que me he referido varias veces) que se está llevando a cabo con insistente cadencia. Un paso atrás del otro, siempre en la misma línea y con la misma inspiración ideológica atea, marxista, agnóstica e inmoral.

La obra destructiva tiene incontables colaboradores, surgidos de la nada, elegidos con no se sabe qué criterios, aunque no son difíciles de imaginar. Son siempre de la misma tendencia ideológica de la tiranía o personajes dispuestos a transar con ella. En todo caso todos actúan bajo la dirección indiscutida de los autores del plan.

* * *

Ahora le toca el turno al Código Civil, que es la principal ley del país y la que más influye en la vida cotidiana.

El Código Civil argentino es una aceptable ley o lo era cuando lo redactó ese gran jurista que fue Dalmacio Velez Sarsfield y antes de las diversas reformas que sufrió, entre ellas, la del divorcio vincular impuesto por Alfonsín.

Está basado en la tradición jurídica del mundo occidental, que arranca con el derecho romano y fue fuertemente influido por el cristianismo, aunque también fue manchado por la ideología liberal de la revolución francesa.

Sin embargo, ante le enormidad de los errores y deformaciones ideológicas que se han impuesto en estos días, la mancha liberal es de menor gravedad, sobre todo si se la corrige con una buena interpretación judicial a cargo de los buenos jueces que había antes. Lamentablemente esos jueces son cada vez menos, y si a eso se le suma una revolución destructiva del Código Civil, puede decirse que el Derecho habrá desaparecido.

* * *

Un cambio en ese Código tiene repercusiones enormes en la sociedad. Acabo de mencionar el divorcio vincular. La supresión de la indisolubilidad del matrimonio ha traído consecuencias devastadoras en la vida civil. Han aumentado las separaciones, los adulterios, el desamparo de los niños hasta hacerlos víctimas de los odios que se tienen los padres (como el caso de ese pobrecito de 6 años asesinado en estos días por su madre por odio al padre),  el mal ejemplo que reciben de sus mayores, la creación de un modelo imaginario de "familia precaria" para los jóvenes y con eso, la disminución del número de matrimonios. Si a eso se agrega el "homonomio" disparate inmoral y repulsivo, las cosas ya están suficientemente mal como para suponer siquiera que una reforma global del Código Civil imaginada por esta misma gente puede ser buena. Va a ser una catástrofe.

Si algo faltaba para confirmar esa sospecha, acaba de revelarse que existe una comisión para reformar el Código Civil y el Cödigo de Comercio íntegramente, presidida por Ricardo Lorenzetti, cabeza de la Corte Suprema (una criatura de Kirchner), que se ha revelado como un verdadero delincuente jurídico, inmoral, jactancioso, vocero de todas las maldades que esta tiranía comete en el plano legal y agresivamente injusto.  

Ha firmado sentencias inicuas, como la última sobre el aborto que más que una sentencia es un panfleto abortista como lo decía en el número 1093 de este periódico, además de haber tirado por la borda, en otras pseudo sentencias, principios tan elementales del derecho como la cosa juzgada, la no retroactividad de las leyes penales y la igualdad ante la ley, a raíz de lo cual ha mantenido secuestrados a más de mil militares y es responsable de la muerte en las mazmorras del régimen de más de 200 otras víctimas de sus fantasías perversas.

* * *

El 27 de Marzo ppdo. la usurpadora presidencial organizó un acto en la Casa Rosada para solemnizar la presentación del proyecto preparado por esa ominosa Comisión y "100 juristas de distintas especialidades, de todo el país. El texto será analizado por el Poder Ejecutivo y presentado como proyecto de ley para ser debatido en el Congreso "("La Nación" 28/3/2012, pag. 9).

¿Quienes son esos "juristas" anónimos? Obviamente, y como dije más arriba, son gente de la misma ideología del régimen o entreguistas dispuestos a pactar con ellos. Si esos "juristas" fueran realmente tales se habrían dado, aunque más  no fuera, sus nombres para saber quiénes son y cuales son sus títulos.

En cuanto al "análisis del Poder Ejecutivo" eso quiere decir que el último toque al engendro se lo darán el Secretario Legal y Técnico, el comunista revolucionario Zannini y sus cómplices. Es decir, negativo más negativo, igual a ultranegativo...

* * *

En el acto de presentación habló Lorenzetti durante 20 minutos dando escasa información sobre el intento legislativo en ciernes. Lo poco que dijo es engañoso, equívoco y amenazador. Según él, "este va a ser el Código de la igualdad real" ("La Nación" ibidem). Es decir, será un violento impulso hacia el igualitarismo, objetivo permanente del pensamiento marxista que brega por la abolición de las clases sociales y la nivelación de todas en el proletariado (excepto los jerarcas de la tiranía que, al igual que en todos los países comunistas, tienen una vida de lujo y de privilegios).

Dio un ejemplo de ese igualitarismo al mencionar el nuevo concepto de "familia" que propicia la reforma.  Dijo: "nadie puede imponer el modelo (de familia) de un sector" ("La Nación" ibidem).

Con eso quiso decir que la familia como institución natural que viene desde la noche de los tiempos, que es lo que todo el mundo entiende cuando se dice la palabra "familia", debe ser igualada con otras formas de unión de personas, como el rejunte de homosexuales, el concubinato, y hasta la "familia" creada entre un vientre alquilado para cultivar un embrión formado por un óvulo y un espermatozoide lanzados al exterior por sendos actos de onanismo y guardado en una heladera.

El proyecto sostiene que "la vida comienza en el seno materno" y "reconoce el estatus de persona al embrión concebido por técnicas de fertilización asistida implantado en un vientre". Pero los embriones no implantados en un vientre, no son persona, según estos criminales abortistas. Por lo tanto pueden ser eliminados sin escrúpulos, aunque sin duda son personas, sólo que reducidas a su mínima expresión y a una máxima indefensión.  

"Hay un gran dilema con los embriones que no son usados, pero el Congreso se encargará de elaborar una ley especial para regular ese tema", dijo la Presidenta.*No es materia del derecho civil*" comentó por las suyas el prevaricador Lorenzetti ("La Nación", ibidem, pg. 9).

Agregó otra serie de animaladas morales y jurídicas que me abstengo de mencionar por repugnancia invencible.

* * *

La usurpadora no dejó de agregar su aporte de veneno pavote y mentiroso. Dijo, entre otras cosas: "¿Quién puede imponer a las parejas qué es lo moral y lo inmoral? No todos pueden vivir como yo, que soy católica, ni como José que es judío:" ("Clarín", 28/3/2012, pag. 3).

¡Inconcebible desparpajo! Si es católica, como dice, y vive como tal (afirmación extremadamente inverosímil) debería saber que ese "Quién" es Dios, Creador de todas las cosas, inclusive de ella misma y de todas las "parejas", a las que dictó una ley natural y divina que les indica claramente lo que es moral y lo que es inmoral. Y en la tierra, es la razón natural y la Iglesia Católica quienes dicen lo que es moral y lo que es inmoral. Esto lo sabe cualquier chico de Catecismo, pero la que pretende ser presidente de la Nación finge no saberlo y basada en esa ignorancia osa reformar la totalidad del Código Civil.

"Que se queden tranquilos los argentinos, que no les metan miedos en la cabeza de que se van a  sancionar cosas a sus espaldas" ("Clarin",28/3/2012, pag. 6) dijo la usurpadora probablemente guiñando un ojo a sus cómplices que la rodeaban, sentaditos en sus sillas de adulones, incluyendo a los socialistas y a los radicales.

¡Cómo si no supiéramos todos que es exactamente eso lo que están haciendo todo el tiempo y sin duda harán con esta reforma preparada en las tinieblas! Los supuestos "representantes del pueblo" que se sientan muy de vez en cuando en el Congreso, no son tales, ni sesionan, ni debaten nada. Se limitan a votar lo que les mandan,

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El invento de un nuevo tipo de Código Civil surgido de cabezas deformadas por el marxismo y el agnosticismo ateo e inmoral, equivale a un paso gigantesco rumbo a la creación de un Estado comunista.

No sólo la familia desaparecerá sino también todas las otras relaciones civiles que forman el tejido social: la propiedad y los demás derechos reales, todos los tipos de contratos, el derecho sucesorio, la vigencia de la ley y muchas otras cosas más.

Ese es el peligro que está detrás de esta reforma inopinada y elaborada en las sombras. De nada sirve “debatirla” como piden algunos tibios opositores a la idea, porque el “debate” ya tiene las cartas marcadas y se hará lo que quiera el gobierno. Lo que hay que hacer es deslegitimarla y rechazarla de plano y en su totalidad, trabajando valientemente para acabar con esta tiranía.  

Cosme Beccar Varela

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jueves, 29 de marzo de 2012

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